Hacer correr la voz: abogar por la tecnología
Para la gente con diabetes en países más ricos, la MCG y las bombas de insulina están mejorando los resultados tanto que las personas con diabetes, padres, familias y profesionales de la salud se sienten optimistas respecto al aumento de probabilidades de una vida sin complicaciones para niños y adultos con diabetes tipo 1. Sin embargo, el acceso es limitado. El mercado de las bombas de insulina lo utilizan aproximadamente un millón de personas en todo el mundo, lo que representa aproximadamente un tercio del total de personas que viven con diabetes tipo 1 en los EEUU (estimado en tres millones). En el caso del Medtronic 670G, el 99% del total de usuarios de los EEUU tiene cobertura comercial o pública. El coste único del nuevo sistema oscila entre los 6000 y los 9000 USD, pero no incluye los costes anuales de los elementos perecederos y los sensores, los cuales son altísimos. La MCG de Dexcom la utilizan actualmente unas 200.000 personas en los EEUU y aproximadamente 70.000 personas en mercados internacionales, principalmente personas con diabetes tipo 1 (solo el 10% la utilizan personas con diabetes tipo 2, principalmente en los EEUU, Suecia y Alemania). «Conseguir el reembolso por esta tecnología en los distintos países es clave y algo en lo que trabajamos incansablemente«, dice Sayer.
La concienciación y el acceso a la tecnología avanzada de la diabetes es mayor en América del Norte, seguida de Europa, pero para la mayoría depende de la disponibilidad y la cobertura según el país, la concienciación sobre la tecnología para la diabetes y la educación y formación profesional. En los países de ingresos bajos y medios, los equipos de atención médica probablemente nunca hayan visto una bomba de insulina o la MCG, y para muchas personas con diabetes, el acceso a un glucómetro y algunas tiras reactivas ya se considera avanzado.
Galindo enfrenta mucho el problema de acceso, “«El acceso es la brecha. La tecnología evolucionará. Los costes continuarán bajando. El desafío es el acceso. Hoy puedo ir a cualquier país (de ingresos bajos o medios), lo hemos hecho, y ofrecer sin coste la terapia con bomba de insulina para pacientes pediátricos con diabetes tipo 1 y uno pensaría que el endocrinólogo pediátrico ni siquiera dudaría en utilizar algo sin coste para el paciente, pero la realidad es que la mayoría no lo hará. Si la red profesional de endocrinología en un país no los prescribe, este es el mayor desafío. Los profesionales sanitarios necesitan concienciación y educación, y también lo necesitan las personas con diabetes. Solo entonces podremos ampliar el acceso con reembolso sanitario (del gobierno).» Para avanzar, Galindo y su equipo deben comenzar desde el principio, educando a los equipos de atención médica sobre esta tecnología y ayudando a abordar el estigma. «La educación y la concienciación son lo que realmente permiten que los sistemas sanitarios piensen y sean conscientes sobre la posibilidad de tal vez proporcionar ampliar el acceso.»”
Se han logrado algunos éxitos. Un ejemplo es Chile, donde hasta hace 18 meses las personas con diabetes tipo 1 no podían acceder a esta tecnología: significaba un gasto para su bolsillo. La comunidad de endocrinología pediátrica y sus familias iniciaron una sólida campaña con la ayuda de la estrella de fútbol profesional Arturo Vidal, quien se tatuó una bomba de insulina en el abdomen en honor a su hijo. «El gobierno escuchó y proporcionó bombas de insulina y MCG a todos los pacientes pediátricos«, dice Galindo. «Este fue un gran éxito histórico en Chile, que luego se ha convertido en una referencia para otros países que puedan estar en la misma situación. El resultado funcionó porque la gente abogó por el acceso y luchó por él.» El hashtag de la campaña es #bombadeinsulinaalauge y el informe de prensa se puede encontrar aquí..
En todo el mundo, la tecnología para la diabetes necesita que se impulse la sensibilización. Como gran parte del mundo apenas puede acceder a la tecnología para la diabetes, la educación es clave, así como la defensa y promoción pública por parte de las partes interesadas para garantizar que no solo la tecnología más básica (insulinas análogas más rápidas y efectivas, así como kits de automonitorización de la glucemia, incluyendo tiras reactivas) llegue a las personas con diabetes en todo el mundo, si no también que los dispositivos tecnológicos más avanzados lleguen a las personas con diabetes tipo 1, especialmente para los más jóvenes y los más vulnerables.