Tomar el control
Hoy, más de treinta meses después de mi diagnóstico, es útil reflexionar sobre lo lejos que he llegado. Mi diagnóstico fue un gran shock para mí, pero también sentí cierto alivio de que no fuera algo mortal, como el cáncer. Aun así, me encontré pasando por una fase de duelo por la pérdida de mi salud perfecta. Diría que pasé por cuatro etapas de duelo (negación-ira-depresión-aceptación) antes de emerger al el otro lado.
Hay mucho que decir acerca de mi duelo, pero permítanme que sea breve a la hora de explicar cómo mis etapas de negación y aceptación duraron mucho más que la ira o la depresión. Veo esto como algo muy positivo. Confrontar mi diagnóstico de diabetes no fue fácil. Al principio sabía que tenía que hacer cambios en mi estilo de vida. En mi caso, éstos fueron más «ajustes» que cambios radicales. Sin embargo, estaba decidido a hacer cambios donde se me recomendara y a adoptar una actitud «positiva» hacia la diabetes tipo 1. Esperaba con ansias mis citas médicas. En resumen, me sentí y aún me siento afortunado de ser supervisado tan de cerca por profesionales que realmente se preocupan por mí y quieren que viva la vida más larga y saludable posible. Otros que viven con diabetes tipo 1 no disfrutan de ese privilegio. ¡Tengo mucha suerte!
Hay dos factores clave importantes para que las personas con diabetes lleven una vida lo más larga y saludable posible: controlar el peso y evitar el estrés. Nunca olvido esto y actúo todos los días. Controlar mi consumo de carbohidratos es absolutamente esencial para poder bajar y controlar mis niveles glucémicos. Por lo tanto, dado que el nivel más alto de carbohidratos en las porciones diarias de alimentos se encuentra en las patatas, el pan y los productos de arroz, he trabajado duro para controlar la cantidad de estos alimentos que como. Cuando se trata de alcohol, he aprendido a pensar en la cerveza como «pan líquido» y he decidido sustituirla por una copa de vino tinto de vez en cuando. El ejercicio y las actividades físicas que me permiten relajarme han adquirido una importancia aún mayor que antes de mi diagnóstico. He continuado trabajando en el masaje terapéutico, tanto dando como recibiéndolo. El masaje terapéutico hace maravillas para reducir el estrés y acelerar la recuperación de lesiones físicas o dolores y molestias. Se lo recomiendo a todo el mundo que conozco. Además, mi régimen de entrenamiento físico es intenso, haciendo ejercicio seis días a la semana, seguido de un día de descanso. Me encanta. Mi consejo para cualquier persona diagnosticada recientemente es que encuentre una actividad física que disfrute y que se apasione por la misma. Esto le ayudará a mantenerse saludable, tanto física como emocionalmente. Puede permitirle comenzar su vida de nuevo y adoptar un cambio positivo.
Mi experiencia desde el diagnóstico ha sido muy positiva, pero sé que en demasiados países de todo el mundo las experiencias son mucho más negativas y, de hecho, ese diagnóstico, si es que es el primero, puede llevar a desarrollar enfermedades y, en última instancia, a la muerte con bastante rapidez. Esto se debe a que en muchos lugares los pacientes no tienen acceso a la insulina o ésta no es asequible, como la que tenemos en Europa. Esto es un escándalo. Sin insulina, morimos. Sin embargo, esto no tiene por qué ser así.
Entonces, ¿cómo podemos ayudar a los demás? ¿Cómo podemos establecer algunas «mejores prácticas» a nivel mundial y aprender de diferentes experiencias e iniciativas internacionales? ¿Cómo podemos capacitar a las asociaciones de diabetes en países de todo el mundo? ¿Cómo nos aseguramos de que los políticos hagan de la lucha contra la diabetes global una prioridad? ¿Cómo podemos, a la larga, lograr un enfoque holístico y compartir información a través de las fronteras y las regiones del mundo? Todos estos son problemas que me interesaría ayudar a resolver: mejorar la calidad de vida de todas las personas que viven con diabetes.