Todo el mundo tiene su viaje concreto con la diabetes. ¿Cómo describirías el tuyo hasta este momento? ¿Sientes que vas en el asiento del conductor?
Al principio, no iba en el asiento del conductor. La diabetes me pilló por sorpresa. En aquel entonces, me sentía como «¿Cómo voy a lidiar con esta enfermedad? «, pero no te queda otra. Tenía treinta y pocos años cuando me diagnosticaron, y mi hijo tenía un año. Fui la primera persona de mi familia en ser diagnosticada con diabetes tipo 2; más adelante diagnosticaron a mi padre, después que a mí. Pero, ¿sabes?, mirando hacia atrás, una cosa está bastante clara: mi padre llevaba probablemente viviendo con diabetes más de 20 años sin ser diagnosticado. Ahora que conozco los síntomas de la diabetes, puedo ver que mi padre los presentaba. Vivía con diabetes desde la adolescencia, simplemente no lo sabía. Y luego a mi madre también se le diagnosticó diabetes tipo 2. La familia es una gran parte de mi viaje con la diabetes.
¿Cuáles son las cosas que haces activamente para ayudar a controlar tu diabetes?
Lo mío es caminar y correr en la cinta. Me pongo los auriculares y me pierdo en mi mundo o escucho música durante una hora. A veces lo hago dos veces al día porque funciona muy bien para mí, dado mi horario. También tengo un entrenador en Los Ángeles con el que trabajo cuatro veces a la semana. Es una mezcla de cardio, entrenamiento de fuerza y boxeo. Así que trabajamos con pesas y luego hacemos un poco de boxeo, luego cardio. Una alimentación saludable es igualmente importante. Tengo un mejor control de las cosas que hago conscientemente. Tengo más control sobre mi salud y me organizo mejor, haciendo tiempo para el gimnasio y comiendo los alimentos adecuados. Se trata de tomar decisiones más saludables.
¿Te importa hablar de tu tratamiento médico para la diabetes?
Claro, puedo hablar sobre eso. En este momento utilizo inyectables. No soy reacio a probar nada para mejorar mi vida. Sabes que las personas con diabetes tipo 2 como yo comienzan con medicamentos orales y luego pasan a los inyectables. Existe algo de inquietud al respecto. Todos queremos tiempo extra para solucionar el problema de la diabetes. La gente se pone nerviosa cuando un médico dice que es hora de comenzar a administrar insulina. ¡Sé cómo va! La gente que no quiere insulina dice, «¡Espera un minuto, dame un minuto!» Voy a resolver esto. ¡Voy a conseguir controlarme un poco mejor! Yo me encargo. ¡Dame otro mes, doctor! El doctor dice «Vale, has tenido trece años para hacerlo, pero no ha sucedido». Así que esta conversación continúa con el doctor diciendo «De acuerdo, te daré otro mes, pero será el mismo diagnóstico: seguirás teniendo diabetes y seguiremos teniendo que recomendarte las inyecciones.» He aprendido a hacer lo que sea necesario para estar saludable y controlar esta enfermedad.
¿Ha habido algún momento en su diagnóstico en el que haya tenido una revelación, y ha habido alguien clave en su vida que le apoyara durante ese tiempo?
La Dra. Anne Peters es mi doctora y lleva siéndolo desde hace 15 años, y para mí es más que solo una médica, es una amiga. Si hay alguien en mi vida que me alienta y me ayuda a superar mi diabetes, es mi médica. Por lo que respecta a una llamada de atención o revelación, ha habido algunos sucesos que, combinados, han tenido un impacto. La lista es larga. La pérdida de mi padre por complicaciones diabéticas hace 10 años tuvo un gran efecto sobre mí y mi necesidad de tomarme la diabetes en serio. Hay otras cosas, también. Tener amigos cuyos familiares desarrollan una enfermedad renal y utilizan diálisis, u otros que han perdido familiares por la diabetes. Todas estas pérdidas me hicieron evaluar mi propia situación respecto a esta afección. También está mi buen amigo que perdió el dedo gordo del pie debido a la diabetes, pero que se mostró muy indiferente ante el hecho de que perdió un dedo del pie. Yo le dije: ¡No! No es ninguna tontería que hayas perdido un apéndice por culpa de la diabetes. Nunca deberíamos tomar la diabetes a la ligera. Todas estas cosas fueron una llamada de atención. No quería acabar como un retrato en la pared o un recuerdo para mi familia. Quiero estar ahí para ellos, y para poder estar allí para ellos tengo que cuidarme, incluso si eso significa esforzarme a otro nivel. La diabetes no es ninguna tontería.