Cuando me diagnosticaron LADA, yo ya sabía una cosa o dos sobre la diabetes. Mi esposo, Mike, había sido diagnosticado con diabetes tipo 1 siete años antes. En aquel momento, considerábamos que comíamos de forma «saludable» porque evitábamos los cereales refinados y manteníamos nuestro consumo de azúcar al mínimo. Mi esposo había recibido recomendaciones dietéticas al estilo de la American Diabetes Association en el momento de su diagnóstico, por lo que estábamos convencidos de que carbohidratos como los contenidos en los «cereales integrales saludables» y la fruta eran, como la insulina, necesarios para sobrevivir. Sin embargo, cuando me diagnosticaron, quise posponer el tratamiento con insulina, hasta donde fuese posible. Debido a que había visto las dificultades de mi esposo para equilibrar los carbohidratos y la insulina, y porque yo misma había experimentado esta lucha cuando usé insulina durante el embarazo, no tenía demasiadas ganas de seguir inyectándome después de dar a luz. Sin la resistencia a la insulina inducida por el embarazo, mi glucemia era más fácil de controlar. Decidí probar la dieta y el ejercicio como forma de control diabético.
Mediante ensayo y error, me di cuenta de que la única forma de evitar los picos de glucemia era dejar de comer carbohidratos. Si comía una manzana, mi glucemia se disparaba. Si comía un aguacate, no pasaba nada y me sentía llena por mucho tiempo. Fue entonces cuando Mike y yo comenzamos a cuestionar lo que habíamos aprendido de nuestros proveedores sanitarios sobre diabetes y nutrición. «¿Por qué,» nos preguntamos entonces (¡y todavía nos lo seguimos preguntando 10 años después!) «se les dice a las personas con diabetes que coman tanto de lo que sus cuerpos no toleran?» No tenía sentido y sigue sin tenerlo.
Juntos, Mike y yo emprendimos un viaje bajo en carbohidratos. Con el tiempo, se convirtió en menos y menos carbohidratos. Empezar la dieta lentamente me funcionó, aunque otros creen que es mejor hacer el cambio de golpe, sencillamente. Empecé con intercambios simples. En lugar de comer fruta por la mañana, agarraba un puñado de nueces. Un sándwich se convirtió en un sándwich abierto, y más tarde se convirtió en una ensalada. Me aseguré de que cada comida tuviera proteínas y grasas, lo que ayudó a que mi cuerpo se saciara. Aprendí a comer huevos de muchas maneras. El queso, los aguacates, los yogures enteros, la mantequilla de almendras, más queso y los pepinos se convirtieron en mis alimentos básicos. Aprendí que, de hecho, hay vida después de los bagels. Se llama queso crema.
Comer con un bajo contenido en carbohidratos se ha convertido en parte del estilo de vida de nuestra familia. Aunque nuestros niños no consumen oficialmente en una dieta baja en carbohidratos, son conscientes de los efectos perjudiciales del azúcar y limitan su ingesta por su propia cuenta. No toman bebidas edulcoradas ni zumo. Tratamos de tener una cena familiar todas las noches y casi siempre incluye proteínas, grasa, una ensalada verde y vegetales como el calabacín, la coliflor, el brócoli o la espinaca. Cuanto más adopte la familia la dieta baja en carbohidratos, más fácil será mantenerla.
Casi una década después de haber sido diagnosticada con LADA, y llevando casi el mismo tiempo con una dieta baja en carbohidratos, no uso insulina ni ningún otro medicamento para bajar mi nivel glucémico. Nunca he tenido un A1C de más del 6%. Por supuesto, esto es solo una evidencia anecdótica. La historia de una mujer con LADA que ha logrado prolongar la vida de sus muy pocas células beta restantes y evitar inyectarse insulina durante una década llevando una dieta baja en carbohidratos no es prueba de nada. Pero esta es una simple verdad. No necesitamos un estudio a largo plazo para saber lo que deberíamos comer. Las personas con diabetes tienen todas las pruebas que necesitan sobre la mejor dieta para su organismo. Está justo al alcance de la mano. Todo lo que tenemos que hacer es revisar nuestro nivel glucémico después de comer. La cifra que aparece en el glucómetro lo dice todo.
luciana
septiembre 6, 2019 at 4:42 amTengo 26 años y me diagnosticarom está enfermedad! Necesito ayuda. tengo que cambiar mí vida por completo y se hace muy difícil me gustaría hablar con alguien que me cuente su experiencia y pueda ayudarme manejarme mejor xq la verdad que n quiero tener insulina toda mí vida! Muchas gracias mí meil es lulu.cabrera_@hotmail.com