Según las últimas cifras disponibles, desde el 25 de agosto de 2017, más de 706.000 personas rohinyá* han huido de Myanmar a Bangladesh, donde viven más de 919.000 refugiados.2 Aquellos que han llegado a Bangladesh han compartido historias sobre cómo sus aldeas han sido atacadas y quemadas por el ejército de Myanmar.
Según Médicos Sin Fronteras (MSF)†, una organización internacional de ayuda humanitaria que proporciona asistencia médica de emergencia a millones de personas en todo el mundo, los refugiados rohinyá que llegan a Bangladesh necesitan atención médica de manera urgente. Para los recién llegados, encontrar refugio en los campamentos superpoblados no es fácil. El crecimiento de la población en un periodo tan corto de tiempo ha provocado un grave deterioro de las condiciones de vida en los campamentos. La situación es extremadamente precaria, ya que las personas carecen de acceso a servicios sanitarios, agua potable, inodoros y alimentos. Es una situación de extrema urgencia con enormes necesidades humanitarias.
Diabetes Voice se ha puesto en contacto con MSF para hablar sobre la diabetes en los campamentos, y, si bien hay muchas otras prioridades importantes, tales como la disponibilidad de agua limpia y alimentos y la atención a las enfermedades infecciosas, también se sabe que la prevalencia de diabetes en el sudeste asiático está en auge y es difícil de controlar.3,4 MSF ha proporcionado 887.562 consultas médicas externas a los rohinyá entre agosto de 2017 y septiembre de 2018. Esto es lo que nos han contado.
¿Cuáles son los riesgos sanitarios actuales para los rohinyá?
Los rohinyá son una población vulnerable. Las condiciones de vida en un campamento de refugiados que cuenta con cientos de miles de personas en un espacio confinado pueden contribuir a una serie de afecciones médicas. Por un lado, existen patologías relacionadas directamente con la higiene, el agua y el saneamiento. Por ejemplo, las infecciones del tracto respiratorio, las enfermedades diarreicas y las infecciones cutáneas son las causas más frecuentes de consulta en nuestros centros. Por otro lado, las ENT, como la diabetes, la hipertensión y la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) también están presentes en esta población. Cuando se producen casos nuevos, las restricciones para la detección y el tratamiento tempranos pueden resultar en una enfermedad no controlada. En casos previamente conocidos, nos podemos enfrentar a empeoramientos graves de la enfermedad y un aumento de la morbilidad y la mortalidad. Finalmente, el hacinamiento en los campamentos favorece las enfermedades propensas a convertirse en epidemia, como hemos visto con el brote de difteria a principios de este año.
¿Cómo de frecuentes son las ENT?
Hemos observado un aumento en las cifras en nuestros centros; sin embargo, es complicado estimar la prevalencia de enfermedades no transmisibles en los campamentos, especialmente debido a los problemas para la detección temprana y la falta de instalaciones que brinden seguimiento a los casos ya conocidos.