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A principios de año, la FID lanzó el proyecto Tratar la Diabetes en Entornos Humanitarios, una iniciativa de participación múltiple diseñada para crear conciencia sobre los problemas asociados a la prevención y el tratamiento de la diabetes en entornos humanitarios.  Algunos de los retos a los que se enfrenta son fomentar medidas para crear un cambio positivo, mejorar los servicios sanitarios y garantizar el acceso a medicamentos esenciales para las personas desplazadas con diabetes. Stéphane Besançon ha apoyado la iniciativa de la FID desde su inicio. Tiene muchas opiniones interesantes sobre la crisis a la que se enfrentan los refugiados y las personas desplazadas que viven con diabetes en todo el mundo, y ha respondido a nuestras preguntas sobre por qué, cómo y qué debemos hacer.

¿Cuáles son los principales desafíos que a los que se enfrentan los refugiados cuando se trabaja en el campo de la diabetes?

En caso de una crisis o emergencia humanitaria, es vital diferenciar entre dos cosas: la primera es la fase aguda, es decir, cuando las personas que se encuentran en una zona de conflicto o en un lugar donde el acceso al tratamiento es casi imposible o muy difícil. En este caso, la clave para las personas con enfermedades crónicas como la diabetes es conseguir acceder al tratamiento y, concretamente en el caso de las personas con diabetes, lograr acceder a la insulina, ya que algunas personas pueden morir si permanecen sin insulina durante más de 24 horas.

Cuando se trata de refugiados o personas desplazadas que han llegado a un lugar fijo donde se pueden desplegar más estructuras, el desafío es, además de proporcionar insulina (y supervivencia), suministrar también tiras glucémicas e impartir la educación que permitiría el control y la prevención de complicaciones.

Es importante tener en cuenta que uno de los problemas en personas en movimiento durante su desplazamiento es controlar todas las complicaciones agudas de la diabetes, como la cetoacidosis diabética (CAD), que con frecuencia acaba en coma. En este caso, debe controlarse el el desequilibrio glucémico, lo cual es muy difícil. Sin embargo, la prioridad clave es el acceso al tratamiento.

¿Qué se debe implementar para satisfacer las necesidades de las personas que viven con diabetes en entornos humanitarios?

La primera prioridad es establecer la cadena logística necesaria, de modo que la insulina y todos los medicamentos antidiabéticos clave, aquellos que ayudan a sobrevivir, lleguen a las zonas de crisis lo antes posible. También es importante trabajar en toda la cadena para que las personas que trabajan en la respuesta humanitaria puedan atender a las personas con diabetes y sus complicaciones.

¿Cómo describiría la respuesta humanitaria en la actualidad?

La respuesta humanitaria actual y, en general, la respuesta a las crisis es insuficiente, especialmente cuando se trata de enfermedades crónicas.

Existen muchos ejemplos. Analizando lo que sucedió en Malí en 2012, ninguna de las organizaciones que coordinaron la respuesta humanitaria o las organizaciones de campo estaban adecuadamente preparadas para atender enfermedades crónicas. O la cadena de suministro de medicamentos no estaba establecida, por lo que era imposible obtener suministros constantes y regulares (la diabetes es una enfermedad crónica que requiere un suministro continuo de medicamentos) o el equipo médico o el personal que gestionó la respuesta no estaban capacitados para lidiar con estas enfermedades.

En general, la respuesta humanitaria tiende a centrarse en lo que se considera prioritario y, a menudo, aunque se podría decir que las enfermedades crónicas son una prioridad desde un punto de vista epidemiológico, se tienen en cuenta poco o nada. Por ejemplo, en el documento de respuesta humanitaria nacional liderado por la ONU en Malí, el único proyecto que no se adoptó fue un proyecto diseñado para combatir la diabetes en 2012 y 2013, basándose en que no era una prioridad y no necesitaba una respuesta urgente.

Sabemos que si las personas no reciben tratamiento o insulina, morirán, por lo que es necesario un cambio de paradigma real y convencer a quienes toman las decisiones de que abordar las enfermedades crónicas debe ser una prioridad para las organizaciones coordinadoras y en todos los planes de respuesta nacional.

Otro desafío importante para la coordinación de la respuesta humanitaria es, por supuesto, la financiación de dicha respuesta. Si queremos que las organizaciones estén en condiciones de comprar y suministrar insulina y otros medicamentos, así como de desplegar personal, la financiación es imperativa y las enfermedades crónicas deben incluirse en la planificación de la financiación de la respuesta humanitaria.

¿Qué acciones son necesarias?

Nuestra recomendación, basada en nuestra experiencia en la crisis de Malí, es que todas las agencias de respuesta humanitaria deben desarrollar un mensaje sólido y poderoso que demuestre que las enfermedades crónicas son importantes y de alta prevalencia, y que deben ser priorizadas.

También es vital destacar la necesidad de mantener continuidad en la atención, que debería traducirse no solo en la redacción de documentos y recomendaciones, sino también en la provisión adecuada de fondos. Solo cuando esto ocurra las organizaciones de campo podrán tener personal debidamente capacitado y proporcionar medicamentos y cuidados esenciales.

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